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Edición Infidelidad

¿Somos más infieles?

Hasta 1978, el artículo 449 del Código Penal Español decía lo siguiente: “El adulterio será castigado con la pena de prisión menor. Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido, y el que yace con ella, sabiendo que es casada, aunque después se declare nulo el matrimonio (…) No se impondrá pena por delito de adulterio sino en virtud del marido agraviado”. Y finalizaba: “El marido podrá en cualquier tiempo remitir la pena impuesta a su consorte”. Mucha agua ha llovido desde entonces. Este año, por primera vez, el número de separados en EE.UU. ha superado al de los casados y sólo la mitad de la población vive en pareja.

Según una encuesta en la década de los noventa en ese país, el porcentaje de la infidelidad masculina se situaba en el 55% y la femenina, en un 45%. Respecto a diez años atrás, ellas se declaran más infieles. Los psicólogos afirman que el 70% de sus pacientes anda enredado en relaciones indebidas, y más del 40% de las consultas están motivadas, directa o indirectamente, por el tema de los amantes.

Relaciones virtuales

¿Y si al final la infidelidad que se consume mediante el ordenador no llega a concretarse en un cita? Ocurre muy a menudo y más de lo que se piensa. Las estadísticas dicen que sólo entre un 15% y un 20% de las relaciones que se entablan en el mundo virtual se trasladan, efectivamente, al real. Esta opción tiene sus ventajas. Según el psicólogo Walter Riso, “con la infidelidad virtual uno se esconde, puede mentir. En estos casos te enamoras más bien de las palabras que de las personas”. También Alicia Gallotti, de Victoriamilan.es, cree que el contacto que se limita a las pantallas tiene su razón de ser. “La infidelidad también puede convertirse en un billete de ida y vuelta. Uno se asoma a la red y decide finalmente no dar el paso. Aun así, puede fantasear con alguien. ¡Siempre mejor que enviarse mensajes picantes… a uno mismo!”.

En cambio, cuando se trata de portales de contactos para solteros que buscan una relación estable, el paso entre el off line y el on line se produce en un lapso de tiempo cada vez más corto. “En promedio, al cabo de cinco o siete mensajes se pasa al cara a cara”, explica María Rubíes, de Parship. En estas páginas, “el abanico de elección es más grande que en la vida real y, al haber más descartes, hay más posibilidades de que las dos personas acaben conectando y quedando”, indica. Según Rubíes, las relaciones virtuales serán en el futuro cada vez más populares. “En Estados Unidos quien no está suscrito a una página de contactos es visto como un bicho raro. Aquí también se está perdiendo la vergüenza y los complejos”, asegura.

 

Fuente: LaVanguardia

 

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