Que los hombres son más infieles que las mujeres es una creencia popular ampliamente extendida, pero sin apenas una base científica que la sostenga. Las estadísticas tampoco son fiables porque al preguntar por una cuestión propia de la esfera privada y asociada a connotaciones negativas se produce un alto porcentaje de respuestas falsas.
Los sexólogos creen que cada pareja debe marcar los límites y que, si se cometen deslices, es mejor evitar la sinceridad.
La infidelidad es un buen negocio. El visionario Noel Biderman afirma que “Ashley Madison ha sido un fenómeno global desde hace varios años”.
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