Las argucias, tretas y artimañas de un adulto para ganarse la confianza de un adolescente son infinitas. Y similares en un país y en otro. Antes de empezar a tejer su red, el «groomer» se empapa de toda la información posible sobre su víctima: estudia su perfil, sus contactos, sus fotografías, sigue sus comentarios y opiniones en las redes sociales…
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