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Edición Infidelidad

La infidelidad en internet

Internet ha cambiado para siempre el adulterio. Hoy por hoy en la red es fácil encontrar una aventura gracias a la aparición de portales especializados. Pero, ¡ojo!, la tecnología también puede delatar. ¿Está usted preparado para la infidelidad 2.0?

“Un romance secreto”, “un desliz confidencial”, “una aventura discreta”, “una cita clandestina”, “un paréntesis infiel”. Usted mismo puede escoger la expresión más adecuada para describir un fenómeno que es muy antiguo: los cuernos. Los que caen en la tentación son numerosos. En la cultura norteamericana y la europea las encuestas de Gallup encuentran que más del 50% de las personas es infiel.

Internet y las redes sociales han introducido ahora posibilidades inéditas de llevar a cabo el adulterio. Han florecido en los últimos años portales de contacto que se dirigen especialmente a este colectivo. Ahsley Madison, Victoria Milan, Second Love o Gleeden, por mencionar los más conocidos. Están todos teniendo un éxito apabullante. Por ejemplo, Ashley Madison es la segunda red social con mayor crecimiento después de Facebook y ya cuenta con más de 16 millones de usuarios en todo el mundo.

¿Cómo funcionan estas plataformas? En menos de un minuto uno puede registrarse y, previo pago de una cuota, ponerse en contacto con otra persona casada –o con compromiso estable– que quiera, como él o ella, echar una canita al aire. La franja de edad que más suele acudir a estos portales es la que va desde los 30 hasta los 45 años (todo indica que la crisis del séptimo año de las parejas, más allá de la leyenda, tiene algo de fundamento). Según informan estas web, el 87% de los usuarios nunca se divorcia pese a vivir su aventura. Es decir, que vuelven a su redil. Y ocho de cada diez tienen hijos.

Los lemas de estos portales son más bien explícitos. “Sabes que no quieres un cambio radical en tu vida, pero sí necesitas algo nuevo, diferente y sólo para ti. Rompe con tu rutina y haz algo atrevido”, se puede leer en una de estas páginas. O frases como: “La vida es corta: ten una aventura”. “Recuerda que sólo se vive una vez”. Más de algún lector habrá fruncido el ceño. ¿Es un negocio inmoral? Estas plataformas defienden que lo suyo es un negocio como cualquier otro. Su tesis es que no hacen nada más que constatar un hecho: si las personas van a ser infieles, mejor que lo sean en una comunidad (virtual) segura en la que van a encontrarse con personas que nutren las mismas expectativas (y estado civil). Estamos hablando de citas que son un poco diferentes respecto a los clásicos encuentros on line, en los que el 30% miente sobre su condición marital. Aquí, uno sabe a lo que va. Porque, por lo general, los que quieren ser infieles buscan una relación que es diferente respecto al ligue entre solteros o separados: aspiran a algo que, se supone, tiene una fecha de caducidad.

 

Tedd Truchot, fundador de Gleeden.com, explicó en una entrevista que “la infidelidad es tan antigua como las colinas. Todo el mundo conoce a alguien que ha tenido una aventura y aún así las relaciones se siguen viendo como un tabú. Nosotros hemos creado un espacio real para esta comunidad. No fomentamos la infidelidad, pero sí satisfacemos una necesidad real”. Noel Biderman, creador de Ahsley Madison, explicaba así los fundamentos de su negocio on line: “Si alguien tiene un matrimonio confortable, ama a la persona con la que está, piensa que es un buen compañero para toda la vida, está a gusto con la crianza de los hijos, pero sólo tiene problemas en la habitación, ¡no debería divorciarse! La solución es buscar a alguien fuera del hogar para poder satisfacer el aspecto que le está fallando. Unos apuestan, otros beben. Y otros quieren dormir con otras personas. Esto es todo”.

“La infidelidad ha existido siempre, pero es cierto que internet facilita las cosas, desinhibe y permite pasar del secreto virtual a la realidad”, escriben Yannick Chatelain (experto en nuevas tecnologías) y Loick Roche (psicólogo) en su libro In bed with the web. Internet y el nuevo adulterio. “De aquí a poco la red se convertirá en la modalidad más común de traicionar. Cada uno de nosotros lo puede comprobar: el ordenador ya hace tiempo que ha perturbado las relaciones de familia. Esta irrupción afecta sobre todo a aquellos que tienen una cierta estabilidad, están un poco fatigados de la vida conyugal, buscan algo un pelín diferente y no tienen miedo a las nuevas tecnologías.”, explican los dos autores.

Alicia Gallotti es autora del libro Soy infiel, ¿y tú? Te quiero pero me acuesto con otros (Martínez Roca) y portavoz de Victoriamilan.es. Explica que estos portales no crean la infidelidad, sino que más bien canalizan una demanda ya existente. “En los negocios, nunca se crea un mercado desde cero. La infidelidad ha existido siempre, sólo que antes se ocultaba. Pues bien: esto sitios web se dirigen a aquellas personas que antes frecuentaban páginas de contactos y de citas on line. Su valor añadido consiste precisamente en garantizar cierta honestidad entre los usuarios. Porque las encuestas nos dicen que la gran mayoría de estos clientes no quiere dejar a su pareja, sino tener una aventura”, sostiene.

 

Gallotti no cree que uno vaya a convertirse en una persona infiel simplemente por apuntarse a estos portales. “Nuestros clientes ya tenían una predisposición hacia el adulterio. Cada uno es dueño de su relación. La traición es una decisión personal. La publicidad tiene un peso, pero nadie al final hace algo que no quiera hacer. Y hay algunos que simplemente lo hacen por curiosidad, pero luego se dan cuenta y se dicen: “esto no es para mí”. ¿Y si al final se cae en la tentación? Para Gallotti, no tiene por qué ser un problema. “La infidelidad puede hasta reavivar una relación de pareja. Una mujer, por ejemplo, pasa a sentirse deseada y valorada, y es probable que se vuelque en la pareja habitual. De hecho, como fantasía sexual, tener una aventura está en los primeros lugares”, asegura esta experta.

El debate está abierto. Hay quien piensa que este tipo de redes sociales sí pueden ser arriesgadas y tener algún impacto en la armonía familiar. Según Walter Riso, psicólogo y autor de numerosos libros sobre infidelidad (Jugando con fuego: cómo prevenir y afrontar la infidelidad, Planeta), “mucha gente no busca la aventura, sino que la encuentra y sucumbe. Hay parejas que no están preparadas para enfrentarse a la situación, porque nunca imaginaron que les podría pasar a ellos; como que ‘el matrimonio es para toda la vida’, creen que no se necesita estar en alerta. Pero desde los más estoicos y resistentes hasta los más ingenuos y puros, cualquiera puede tropezar. La ocasión hace al ladrón. Hoy, con la tecnología, hay más posibilidad de ser infiel. Y estos portales, en este sentido, son muy efectivos”.

El impacto de la infidelidad sobre la relación de pareja al final acaba siendo muy ambiguo. “Uno empieza a navegar en internet por curiosidad, para divertirse un poquito, por aburrimiento. Es cierto, la mayoría de los usuarios de estos portales en el fondo no quiere dejar a su pareja. Vive la aventura extramatrimonial como un mero complemento. Y sí, de cierta manera, experimenta así sensaciones positivas: el amante logra en dos meses lo que un terapeuta consigue en diez años, porque la persona deseada siente que sus acciones personales cotizan al alza”, reconoce Riso. Sin embargo, este experto cree que a largo plazo la semilla de la traición puede llegar a ser venenosa. “Yo creo que sólo en el 15% de los casos la infidelidad suele beneficiar a la relación conyugal. De hecho, en sesiones de terapia es cada vez más frecuente ver a los amantes entre los pacientes: entran en conflicto consigo mismos, se arrepienten y hasta les entran celos. Lo pueden pasar peor que las víctimas de la misma infidelidad”.

Trsisch McDermott, vicepresidenta de Match.com, cree que estas páginas no son otra cosa que “un negocio construido sobre corazones rotos, matrimonios arruinados y familias dañadas”. “Estos portales crean y fomentan la infidelidad. Yo no digo que esto esté bien o mal. Pero son algo que juega con algo serio, como es el matrimonio. A la larga pueden impulsar futuras separaciones o, en todo caso, crear malentendidos en la pareja. Me sigue sorprendiendo cómo pueden tener tanto éxito”, dice María Rubíes, de Parship, una agencia on line de relaciones personales enfocadas a personas que buscan una relación estable, como solteros o divorciados.

Estas empresas para adúlteros, obviamente, no piensan lo mismo. “Nosotros no forzamos a nadie. Los que entran ya están convencidos de por sí. Uno puede ser infiel simplemente saliendo de copas en un bar. Nuestra comunidad es sólo para aquellas personas que la necesitan, esto es todo”, afirma a este diario Erik Drost, fundador del portal Second­love.com. “Además hay un grupo de nuestros usuarios que simplemente se intercambia mensajes, se desahoga. Y un porcentaje pequeño hasta acaba enamorándose y formando una pareja estable”, explica.

En todo caso, es bueno saber que la tecnología es un arma de doble filo. Por un lado, invita a la traición, pero si no se usa de la forma adecuada, también puede propiciar que la pareja descubra la infidelidad. “Nosotros aconsejamos borrar el historial del ordenador, colgar al principio fotos en las que no se te pueda reconocer. No llevar joyas o elementos de identificación al subir alguna imagen. La tecnología es muy chivata. En la medida en que facilita las cosas, también la intimidad corre riesgo”, dice Gallotti. “Tenemos un protocolo. Y aconsejamos a los usuarios siempre que usen el ordenador del trabajo y nunca el de casa”, explica Drost.

Una de las fuentes de mayores problemas (y de rupturas) es el móvil. El campeón de golf Tiger Woods fue descubierto cuando su mujer le pilló algunos mensajes picantes en el celular. Los smartphones, que están en conexión permanente, ahora son una puerta abierta a los secretos. Según una encuesta de The Independent, el 72% de las mujeres casadas no tiene reparo moral en espiar los mensajes de sus maridos. De acuerdo con un estudio de Tom Ponzi Investigation, en nueve de cada diez infidelidades estaba la telefonía móvil de por medio. Cabe recordar también que existen aplicaciones como Soundcover, que introducen sonidos para disimular el lugar donde se recibe las llamadas. Así, el usuario, con un simple clic, puede hablar desde la playa, la oficina, un aeropuerto o un atasco.

El otro aparato potencialmente peligroso es el ordenador o la tableta. Nos lo podemos dejar encendido sin querer. Y, aunque no estemos suscritos a uno de estos portales anteriormente mencionados, hoy en día es fácil caer en la tentación de la infidelidad simplemente entrando en una red social conocida como Facebook. La Asociación de Letrados Estadounidenses de Derecho de Familia asegura que su contenido ya se ha convertido en fuente de prueba del 20% de los divorcios en EE.UU.

En la web Facebookcheating.com se recogen decenas de historias enviadas por víctimas de infidelidades. Craig Gross, el director, explicaba que la mayoría de los casos tenía su origen en el reencuentro con una expareja o amistad de la adolescencia o de la juventud. En los últimos años han aparecido incluso empresas que ofrecen a las parejas la posibilidad de construirse on line una coartada a medida. Estas compañías hacen que el cliente reciba llamadas a un teléfono fijo del país o ciudad en el que se supone que está. Hay algunas firmas que hasta llaman al domicilio familiar del infiel para confirmarle su reserva de hotel o vuelo y otras que ofrecen al infiel cajas de cerillas del hotel en el que no se alojó.

El coste, de unos centenares de euros, depende del servicio. Estos portales argumentan que una coartada sale más barato que un divorcio. En diciembre del año pasado, Tucoartada.com había alcanzado 250 operativos con éxito, según informaban en sus páginas. No obstante, con el tiempo, muchas de estas empresas han ido paulatinamente cesando su actividad. Muchas de sus direcciones web han dejado de ser activas. Ya en su momento, la Asociación Profesional Detectives alertó que estos sistemas sólo pueden funcionar si no hay sospechas, porque al final los cambios en la conducta del infiel le delatan. Asimismo, la coartada artificial no impide que uno se encuentre con algún conocido en la calle.

Como se ve, en el siglo XXI la tecnología ha entrado de lleno en la alcoba de la pareja, sobre todo en la franja de edad mediana, la que suele enfrentarse más a la rutina, el cansancio, el aburrimiento. Pero más que la causa de la crisis de la institución, es el reflejo de los tiempos en los que vivimos. “Ahora parece que está más asumido que la relación matrimonial se puede romper: por efecto de la posmodernidad, del hedonismo y de la búsqueda del placer”, reconoce Riso. Pero, ¡ojo!, tampoco esto significa que la era de la infidelidad 2.0 acabe con la institución de la pareja. “Las nuevas generaciones no son como los hippies de antaño. Son mucho más tranquilas. Sienten que no quieren lastimar el otro. Nosotros –reconoce Riso–, en cambio, éramos un desastre”.

 

La Vanguardia: 22/03/2013

 

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